La riqueza de nuestra especie reside en la facultad de cooperar

Es sorprendente que al final de la cadena evolutiva encontremos un ejemplar que nace altamente indefenso y cuyos sentidos distan mucho de estar maduros y operantes.

 

El cerebro humano está al principio más desorganizado que el de cualquier otra especie. Esto significa que aunque al nacer ya disponga de los cien mil millones de neuronas, todavía faltan por establecerse la mayor parte de las conexiones que serán vitales para el desarrollo integral del niño/a.

 

Esta desorganización inicial podría parecer un inconveniente, puesto que necesita de un periodo de desarrollo postnatal mucho más largo, sin embargo constituye una de las mayores ventajas del ser humano ya que permite un desarrollo mucho más flexible, es decir, mucho menos sujeto a la determinación genética y mucho más abierto a la experiencia.

cooperar

 

Las experiencias que los bebés van registrando a partir del nacimiento son las que conformaran gran parte de sus conexiones neuronales y la enorme variedad y especificidad de vivencias explica que la configuración de cada cerebro humano sea única y por lo tanto que cada ser humano sea única.

 

Estas circunstancias son una señal indudable de que la riqueza de nuestra especie no reside en las capacidades individuales sino en la facultad de cooperar y trabajar en grupo.

 

Por todas y cada una de estas razones, uno de los aspectos que mejor define la especie humana es la necesidad y la insistencia en la transmisión de los saberes culturales de generación a generación a partir de la educación.

 

Imad Samadi

Nº Col. 21322

Psicólogo especializado en clínica infantojuvenil