Como se resiente nuestro cuerpo con el estrés

En algunos artículos ya hemos hablado sobre cómo las emociones y el estrés se relacionan el dolor y las lesiones. Hoy profundizaré un poco más en nuestro sistema nervioso para decirte cómo más se resiente nuestro cuerpo con el estrés.

¿A qué me refiero por estrés? Pues me refiero a la respuesta adaptativa que provoca nuestro cuerpo ante situaciones adversas, para ponernos en un estado de alerta y protegernos, pero que se convierte en un problema cuando se mantiene en el tiempo.

Esta reacción de alarma se activaba cuando teníamos hambre y sed, cuando nos encontrábamos ante un peligro, un adversario, ante dolor, virus o infecciones.

 

Ahora, este estrés lo puede provocar una emoción no expresada, falta de habilidades sociales que nos impiden tener una buena comunicación con nuestro entorno e incluso nos provocan sobrecarga, tensiones laborales, la presión de agradar o ser la/el mejor, la continua y falsa sensación de hambre y sed provocada por los ritmos desordenados y el consumo de refinados y procesados, etc.

Como decía, cuando este se repite y repite lo que era adaptativo nos acabará desajustando, llevando las respuestas a lo que podríamos llamar un estado de inflamación:

 

  • Ansiedad, actitudes negativas y “depresivas”, insomnio
  • Sensibilización de tejidos que se traducirá en dolor, fatiga, lesiones
  • Aumento del tejido adiposo y retención de líquidos (sí sí, que nos engordamos*)
  • Hipertensión y trastornos circulatorios
  • Desajustes hormonales
  • Hiperpermeabilidad intestinal, provocando trastornos digestivos e incluso trastornos relacionados con la autoinmunidad (rojeces, alergias, etc.)

 

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¿Qué deberíamos hacer para solucionar este problema? Adquirir unos hábitos de vida saludables que nos ayuden a reducir este estado inflamatorio:

 

  • Reducir ansiedad y gestionar emociones: habilidades sociales, gestión del tiempo, autoconcepto y autoestima, seguridad, miedos, creencias, traumas, etc.
  • Evitar consumir productos altamente inflamatorios para nuestro cuerpo: ultraprocesados, azúcar, alcohol, cereales (sobretodo los que vienen de harinas refinadas), legumbres y lácteos.
  • Buen aporte de nutrientes como el Omega 3, Vitamina D y sales minerales (Magnesio, Zinc, Yodo..)
  • Respetar ritmos vitales: por ejemplo las horas de luz y el dar espacio entre comidas.

 

Así que… si realmente quieres aligerar peso y tener un buen rendimiento, empieza por controlar estresores, bajar quilos de tensión, controlar  emociones y afinar en buenos hábitos.

 

* Es cierto que hay dos tipos de personas, aquellas con tendencia a engordar ante situaciones estresantes y las que tienen tendencia a adelgazar ya que aumentan su metabolismo. Posiblemente, este estado inflamatorio pueda observarse en alguna de las otras reacciones descritas y en la común “barriga hinchada”.

 

 

 

Raquel del Águila Bravo

Psicóloga y Coach nº Col. 20020

 

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