Duelo en soledad

 

Somos seres sociales, y lo somos para todo. También para gestionar nuestro dolor. Esta situación tan excepcional donde estamos obligados a permanecer en casa, donde estamos separados de nuestra familia, donde es más difícil escapar de nuestros pensamientos.

 

¿Qué hacemos con nuestro dolor ante la muerte de un ser querido? Una muerte que no nos ha permitido acompañarle, que no nos ha permitido comunicarnos casi con él/ella, una muerte más dura y sin poder compartir nuestro dolor con nuestros allegados, no solo de palabra si no con besos, abrazos …

 

Pues es difícil, pero debemos gestionar dentro de lo posible nuestro dolor. Debemos, expresarlo, debemos sentirlo y ordenarlo. ¿Por qué?

Pues porque de otra manera ese dolor nos bloqueará, no nos dejará encontrar el equilibrio necesario para sostener esta situación de encierro y no permitirá un entorno saludable para ningún miembro de la convivencia.

 

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Es complicado exponer pasos para gestionar este dolor, pero intentaré hacer algo parecido a un protocolo puesto que es importante ser flexibles con nosotros mismos y no forzar las situaciones. No somos máquinas, somos personas con múltiples habilidades y puntos débiles que debemos tener en cuenta.

Seguramente la noticia de la muerte de un ser querido, nos llegará después de unos días o semanas de encontrarse en cuarentena en un hospital. Sin casi comunicación, y puede que después de un estado ansioso elevado por el miedo al desenlace y por la imposibilidad de hablarles o acompañarles.

 

Por lo tanto vemos que no es un duelo normalizado, que no solo supone el dolor por la pérdida del ser querido. También habrá impotencia por no poder actuar, habrá ansiedad por la espera de noticias, y el no saber que hacer ni cómo, habrá rabia por no entender bien la situación y una difícil aceptación de la muerte.

 

Bien, todas esas emociones pertenecen al dolor, la rabia, la impotencia, la ansiedad,… así que necesitamos expresarlas, necesitamos reconocerlas y cederles su espacio, necesitamos que se reequilibren y den paso a una aceptación activa y a una resolución de la tristeza de forma más calmada.

 

El enfado es el preludio del dolor, es una manera que tenemos los humanos de enfrentarnos activamente a no padecer ese dolor. Si me enfado, si busco culpables, si dirijo mi ira hacia el entorno y la situación consigo al principio evitar o no pasar por ese dolor intenso que supone perder a alguien. Ese dolor intenso que no queremos sentir, pero que solo sintiéndolo se irá o se gestionará.

 

La persona que se va, se va con todo lo que le hemos dado, le hemos dicho, le hemos hecho sentir. Sabe que siente por su entorno y la despedida no lo cambiará. Para la persona que se queda le falta el algo más, siempre el algo más, las despedidas son duras y más si sabemos que es la última. Por eso será un duelo más duro. Pero si consigues salir de la rabia pronto y te dedicas a cuidarte en tu dolor será más fácil gestionarlo.

 

Mucho ánimo a tod@s en esta situación tan difícil. No dudéis en contactar con nosotras si queréis profundizar más o tener más información.

 

 

Beatriz Rodríguez Batlle, Psicóloga colegiada nº20093

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