Hola de nuevo, antes de empezar a publicar interesantisimas entradas sobre trastornos, experiencias…que sé que estáis deseando leer, me gustaría dar a conocer la figura del profesional en la psicología clínica.
Es cierto que much@s pensareis que esto me lo podría ahorrar porque está muy claro pero según mi experiencia la visión y las creencias de mi profesión muchas veces difieren demasiado de la realidad.
Resulta muy importante para tomar la decisión de acudir a terapia saber que función realiza aquella persona que se pone delante nuestro al que debemos explicarle cosas a veces tan íntimas y desgarradoras.
Habréis escuchado, leído incluso dicho muchas veces: Uy…yo es que hago de psicólogo con mis amig@s, con mi familia, en el trabajo… Bien esto para los oídos de un/a psicólog@ es estridente incluso doloroso. Entiendo que no es con mala intención ni desmereciendo la figura del terapeuta pero molesta.
Bien, yo creo sin embargo que estas personas si hacen una función fabulosa a los demás el actuar de «oreja» algo muy necesario y que a veces cuesta bastante encontrar, gente que escuche, solamente que escuche. Como ya os iré explicando el escuchar es un recurso muy valioso y una ayuda inmejorable para el desahogo que sería la primera base en la terapia.
Pero ahora viene ya la diferencia con el/la psicólog@ profesional, nosotr@s intentamos ser muy buenas orejas, buscando el escuchar sin hacer ni emitir juicios, sin etiquetar conductas, sin dar valoraciones dejando al paciente que únicamente derrame en la consulta todo lo que tiene dentro. Una vez realizado esto mediante diferentes técnicas ayudamos al paciente que reconozca sus emociones, pensamientos y valores que mueven o estancan su vida, todo desde el equilibrio y la objetividad. Así poco a poco el paciente descubre su yo y trabaja en lo que quiere mejorar pero todo este descubrimiento lo realiza el mismo paciente a través de un terapeuta empático que no juzga solo enseña herramientas de uso cotidiano para escoger una mejor calidad de vida.
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