Nuestro Secreto

Después de un tiempo juntos, disfrutándonos decidimos que queremos tener un/a hijo/a. Que ilusión, nombres, expectativas, proyectos, decoraciones,…empezamos intensamente con muchas ganas y aún sabiendo que esto no se programa del todo.

Bueno…quizás sería bonito que naciera en Mayo o en Junio… o en septiembre y así juntamos las vacaciones y la baja… y van pasando los meses. Primero, bueno tampoco he controlado mucho cuando ovulo, bueno este mes no hemos podido tener relaciones en la ovulación, bueno este mes es que estaba con gripe,…

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Y puede que pasen los años, o más y más meses que hacen que el ánimo descienda en picado, que las relaciones sexuales se conviertan en algo muy diferente, pautado y con un fin muy determinado.

En todo este tiempo el entorno no deja de preguntar si queremos tener hijos, que cuando los tendremos, que nos hacemos mayores, que el tiempo no deja de pasar…

Lo que empezó como una ilusión se está convirtiendo a veces en una carga.

 

Y decidimos empezar a hacernos pruebas, algunas incomodas, otras dolorosas, otras desesperantes. Empiezan los pensamientos, soy yo la responsable, eres tú, somos los dos. La culpa, la duda, el miedo, el agotamiento…

 

Siguiente etapa, decidimos, o decido o decides empezar un tratamiento de fertilidad.

El tratamiento inicia con un frenado ovárico para luego estimularlos de forma controlada (fármacos para parar) psicológicamente una contradicción inyecciones, dolor, para que los ovarios paren. Si con un fin positivo pero….

 

Luego ya iniciamos la fase de estimulación ovárica en la que pueden aparecer dificultades muchas veces no expresadas anteriormente por el equipo médico que pueden llevar a cancelar el tratamiento con su consecuente nivel altísimo de frustración personal. ( Cómo si la que no vale sea ella)

 

Si todo va bien, es el punto del tratamiento donde la esperanza y el optimismo superan o pueden superar todas las barreras. Cuando se extraen los ovocitos, se realiza la fecundación in vitro y se hace la transferencia de embriones al útero.

Una fase con una carga emocional tremenda. Al día siguiente la pareja llama al laboratorio o les llaman para saber si los óvulos han fecundado y si son viables.

Aquí el estresor de darle concepto de bebe ya a los óvulos incluso por parte de los biólogos. Y si no se consigue ninguno después de todo el esfuerzo tanto físico, psíquico, económico, de pareja… puede ser aquí una caída muy dura.

 

Si toda va bien, cuando se realiza la transferencia embrionaria las mujeres sienten que su bebe ya está dentro de ellas. Empiezan de nuevo las expectativas, los miedos y los deseos. Aún todavía falta saber si dentro del útero continuará correctamente la división o no y si anidará o no. Pero el día de la transferencia aún con miedo suele ser una “fiesta” para la pareja.

“ No moverme casi” “agarraros por favor” “no hacer pipi” “no respirar”….

 

Por último llegamos a la fase de espera de resultados, dudas, incertidumbre, miedo, sensación de abandono por parte médica después de haber estado “pegados” en todas las fases anteriores. Unas dos semanas de mirar constantemente la ropa interior, pendiente de si hay síntomas… no poder dejar de pensar.

 

Como podéis observar durante todo el proceso el papel del/la psicólogo/a es de vital importancia. No solo para elaborar los posibles duelos que se pueden generar en los fracasos si no para trabajar en cada etapa con la pareja su estado emocional. En incluso antes de empezar el tratamiento para trabajar las habilidades de la pareja, los posibles desajustes que luego pueden degenerar con el estrés, para gestionar los síntomas ansioso-depresivos que pueden darse y encontrar la empatía necesaria para enfrentar-se al proceso.

 

A todo esto añadimos el secretismo que se genera por miedo, vergüenza, estrés… que puede ser una gran losa en el proceso y que el espacio psicológico puede aliviar.

 

BEATRIZ RODRÍGUEZ BATLLE

Psicologa Clínica Especialista en adultos y pareja nºcol. 20093

Directora Técnica en Psicosedna

 

 

 

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