¿Cómo nos afecta el COVID según nuestro Biotipo?

 

Las medidas adoptadas como prevención del COVID-19, lleva consigo el desarrollo de nuevos hábitos relacionados con el distanciamiento social. Alejarnos, no sólo de nuestros seres queridos, sino de las relaciones humanas, así como interactuar con recelo al contagio, a veces privándonos de muestras de afecto y contacto, supone alejarnos también de nuestra naturaleza como humanos, y por lo tanto trae consigo consecuencias psicológicas y físicas.

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La pandemia afecta a todos los niveles de la famosa pirámide de la Teoría de la motivación humana de Maslow (1943). Algunos autores argumentan que la conexión social es la necesidad más esencial para la supervivencia entre los humanos. Los estudios destacan la importancia del contacto social físico y la conexión social/emocional en la supervivencia de las especies. Así, un déficit de contacto físico y conexión social afecta a nuestra salud y calidad de vida.

 

En algunos casos, donde ya existía una falta de salud mental, o bien, sin ser patológico, hay una tendencia muy marcada hacia un patrón cognitivo, no tener cubierta esta necesidad básica puede agravar problemas como la ansiedad y/o depresión e incluso derivar en riesgo de suicidio.

Un estudio dice que esta falta de conexión afecta de forma distinta e individual en la salud mental de cada persona. ¿Qué patrones cerebrales dificultan la conexión humana y podrían verse exacerbados por la COVID-19?

  • Rumiación: Tienden a focalizarse de forma repetitiva en la amenaza de salud, lo que aumenta su sensación de vulnerabilidad y ansiedad. Se perciben como personas dependientes y negativas, más propensas a experimentar fricciones sociales y recibir menos apoyo. Ante la pandemia, se incrementa el riesgo de obsesiones y déficit social, asociado a mayor afecto negativo, depresión y otros problemas de salud mental.

 

  • Anhedonia: Apenas experimentan recompensa ante la interacción social. Limitan este tipo de contactos, por lo que el apoyo social se ve disminuido. Con la COVID-19 se inactiva cada vez más el circuito de recompensa. Se reducen las fuentes de gratificación habituales, así como la motivación a realizarlas. Su salud mental puede verse deteriorada por deprivación social.

 

  • Desregulación de amenazas: Mantienen un estado de reactividad y alerta ante distintos estímulos del entorno. Se alejan de las relaciones sociales al sentirlas como amenazantes, algo que incrementa el rechazo y aislamiento. Ante el riesgo de transmisión multiplican el distanciamiento, desconectándose de las relaciones sociales y acrecentando así la ansiedad y/o depresión.

 

Pasar largos periodos de carencia afectiva, junto a las informaciones alarmistas, resultan incompatibles con nuestras motivaciones e instintos humanos básicos. Por ello, aunque el confinamiento tiene una razón de prevención, es necesario contrastarlo con cambios de hábitos que resulten en distintas actividades y contacto social, aunque este deba ser más reducido o a veces telemático. También es importante escoger una fuente fiable de información e informarse una vez al día, sin estar continuamente pendiente de estas noticias.

 

Raquel del Àguila, Psicóloga y Coach, nº de colegiada 20020

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