TLP: Cuando el dolor emocional es más fuerte que cualquier dolor físico

Antes de exponer el TLP: Trastorno Límite de la Personalidad, me gustaría hacer una pequeña revisión de que es un trastorno de la personalidad. Los trastornos de la personalidad constituyen uno de los grupos diagnóstico más controvertidos hoy en día. Todavía hay muchas cosas por saber sobre su desarrollo, sobre su inicio y sobre su tratamiento.

Empezaremos primero por decir que significa la palabra personalidad, es un constructo psicológico que se refiere a un conjunto dinámico de características psíquicas de una persona, a la organización interior que determina que los individuos actúen de manera diferente ante una circunstancia. El concepto puede definirse también como el patrón de actitudes, pensamientos, sentimientos y repertorio conductual que caracteriza a una persona y que tiene una cierta persistencia y estabilidad a lo largo su vida, de modo tal que las manifestaciones de ese patrón en las diferentes situaciones posee algún grado de predictibilidad. http://es.wikipedia.org/wiki/Personalidad.

Como veis según la definición de personalidad, un trastorno que tenga que ver con este constructo ya nos dice que será complicado, puesto que tenderá a ser estable a lo largo de la vida, y podrá variar en función de la persona que lo desarrolle y de las variables del entorno a las que esté sometida. Partiendo de aquí podemos decir que los trastornos de personalidad presentan unos esquemas básicos, tienden a ser desadaptativos para la persona en su entorno, preceden de unas bases muy rígidas por lo que son muy resistentes al cambio.

La personalidad es «algo» que se crea mediante una serie de aprendizajes, de conductas repetidas, de la propia genética… que se mantiene relativamente estable a lo largo de la vida. Si en ella se desata un trastorno tenderá a evolucionar de la misma manera, estabilizándose y cronificándose. De manera que el tratamiento es mucho más largo y difícil.

El TLP se encuentra en el grupo B de los TP, divididos en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) que equivale a la categoría de personalidad dramática e impulsiva.

La base de este trastorno es la inestabilidad, en todo y para todo. Está inestabilidad se construye a través del pánico real a un abandono real o imaginario. Por lo tanto pasan la mayor parte del tiempo y gastan casi todas sus fuerzas en evitar estos abandonos. Utilizan todos los recursos de los que poseen, manipulación sentimental, intentos de suicidio, ira, rabia… Cada vez que se sienten abandonados ya sea real o no disminuye su autoestima, se modifica su autoimagen, se producen cambios bruscos en su afectividad, su comportamiento, y su cognición.

Estas personas entienden que el abandono implica que son «malas» personas y pone de manifiesto su necesidad de dependencia y su intolerancia a la independencia. Por esta razón presentan relaciones inestables pero muy intensas. Idealizan al máximo a las personas en un principio para después decepcionarse al extremo. Se sienten constantemente decepcionadas. Cambian constantemente y de manera brusca de trabajo, de amistades, de estudios, e incluso de valores, aspiraciones, opiniones…

Actúan de manera altamente impulsiva, como mínimo en un par de áreas significativas y bastante peligrosas para ellas: Dinero, Sexo, Drogas, Comida… Como el patrón de su personalidad es la inestabilidad esta también se muestra en su estado de ánimo, muy variable y muy sensible a los cambios del entorno. Muchas veces tienen la sensación de un aburrimiento extremo que las lleva a buscar nuevas experiencias de manera impulsiva.

A causa de este miedo extremo al abandono tanto real como imaginario, tienden una marcada tendencia al psicoticismo ideando historias que a veces poco tienen que ver con la realidad.

Quizás esto es todo lo que se ve, pero la base real de este trastorno, de esta inestabilidad, de este miedo extremo al abandono, sería el gran dolor emocional a veces incontenible que presentan estas personas. Exponen una sensación interna de vacío que a menudo las invade y no pueden contener tanto dolor, tanto miedo…

Algunas de las conductas que utilizan para paliar este dolor es exponer su cuerpo a otros dolores en el plano físico y así no sentir por unos momentos esa sensación de dolor psíquico. Existe un gran repertorio de conductas autolesivas: cortes, hematomas, quemaduras, golpes en la cabeza, morderse…y un índice nada despreciable de suicidios consumados.

Hay una serie de tratamientos psicológicos que funcionan pero el tratamiento es largo, y se necesita de mucha paciencia pues estos pacientes tienen tendencia a hacerse dependientes del terapeuta y se debe realizar un tratamiento concreto y a veces duradero en el tiempo para valorar resultados.

Se pueden dar asociados otros trastornos de la personalidad, y del estado del ánimo. Y también hay correlación con trastornos alimenticios como el caso de la Bulimia.

Recordad que siempre que hablamos de trastornos hablamos del extremo, se puede tener una personalidad con tendencia a límite pero no ser un trastorno.

Beatriz Rodríguez Batlle

NºCol. 20093

Psicóloga especializada en clínica de Adultos y Terapia de Pareja.