Lo que pienso, me dirige
Como ya avancé en la entrada anterior, los pensamientos son la base de nuestra conducta y de nuestra calidad de vida. Hoy me gustaría centrarme en los pensamientos negativos o creencias erróneas que por el simple hecho de ser habituales hemos colocado como dogmas. Esos pensamientos negativos nos impiden avanzar, desahogarnos, crecer, sentir y aceptar muchas situaciones, lo que nos genera un bloqueo impidiéndonos tener una buena calidad de vida y un entorno más agradable.
Ejemplos de estos pensamientos erróneos también llamados distorsiones cognitivas, serían:
– El pensamiento del todo o nada : Aquí los grados intermedios no existen y entonces nos deja muy poco margen de actuación. Todo se mide como éxito o como fracaso.
– Las generalizaciones excesivas: Cuando escogemos como modelo para todas las situaciones futuras un ejemplo o experiencia de derrota. Ya sea nuestra o de otros.
– Las conclusiones apresuradas: Aquí tenemos la «lectura de pensamiento», creer que tenemos la capacidad de saber sin pruebas objetivas lo que piensan los demás y así condicionarnos a nosotros mismos. Y el «error del adivino» o creer que las cosas acabaran mal porque sí.
– El filtro mental: Quedarnos con lo más negativo de la experiencia obviando todas las demás partes.
– Magnificación o minimización: Exagerar lo negativo y minimizar lo positivo.
– Visión catastrófica: Adelantar sin fundamento constantemente acontecimientos catastróficos, utilizando la expresión, y si….
– Razonamiento emocional: Como yo siento «esto», «esto» es la verdad.
– Personalización: Relacionar lo que se diga o pase en el entorno con uno mismo. » Lo dice por mi….»
– Etiquetación negativa: Etiquetarse a uno mismo de forma negativa. «Soy tonto»
– Utilizar los «debería» exageradamente : Así funcionamos bajo normas rígidas de como deberíamos ser y actuar.
– Tener Razón siempre, los demás son los que están equivocados. No escuchamos a los demás.
– Falacias de control: Yo hago que suceda, eres responsable de las decisiones que tomas y de las conductas que ejerces. Serás responsable de tu calidad de vida. Sin caer en ser responsable de los problemas de todos los demás.
– Falacia de justicia: El mundo de la justicia fuera del juzgado es peligroso. La justicia es un simpático disfraz de las propias preferencias y creencias. Lo que uno quiere es justo. Así que el mundo no se rige por la justicia.
– Culpabilidad: Es responsabilidad de cada uno afirmar sus necesidades, decir que no, o irse a otra parte. Las otras personas no son responsables de conocer o ayudar a otra persona a que encuentre sus necesidades. Nadie tiene la culpa si otra persona, adulto responsable, está angustiado o no es feliz.
Una cosa es ser responsables aceptando las consecuencias de nuestros actos y decisiones y otra muy diferente y dañina sentirse culpable por los problemas de los demás.
– Falacia de cambio: » yo haré que cambie», cuando una persona trata de obligar a la gente a cambiar, esta pidiendo a los demás que sean diferentes para que ella pueda ser feliz.
– Falacia de la recompensa divina: Aceptar la infelicidad, el sufrimiento…porque así se será finalmente recompensado. Nadie te asegura que si lo aguantas todo al final te recompensarán, sé feliz ahora.
Me gustaría que después de leerlos reconocierais cuales de ellos se cuelan en vuestra mente y valorar de que manera os bloquean. Estos pensamientos se trabajan en terapia para acabar por desterrarlos.
Espero que os sea de utilidad y si necesitas más información poneros en contacto conmigo.
Beatriz Rodríguez Batlle
NºCol. 20093
Psicóloga especializada en clínica de Adultos y Terapia de Pareja.