No se puede morir sin vivir

Hermoso wallpaper de una hoja seca cayendo por el aire

Todo ser vivo presente en la tierra tiene su inicio y su fin dibujado de una forma muy equilibrada. Desde el árbol que hace florecer sus hojas en primavera y deja que se marchiten en otoño; desde el sol que amanece e ilumina nuestros días, llega la noche y deja paso a la oscuridad. Y muchos otros paralelismos que podemos establecer en nuestro alrededor.

 

La muerte es una realidad, una realidad de la que queremos escapar día a día. Una realidad de la que nos cuesta hablar con franqueza y con claridad. Pero una realidad que ha degustado de forma irremediable todo ser vivo que ha pisado esta tierra, desde los personajes más célebres de la historia, algunos de los cuales todavía recordamos hoy en día, hasta las personas más remotas y desconocidas de la tierra.

 

Los de los 10 años, los de los 20, los de los 30, los de los 40, los de los 50, 60, 70 y 80. No hay edad para la muerte. Pasemos los años que pasemos en esta vida nos parecerá como haber entrado por una puerta y haber salido por otra.

 

Porque sí, porque la muerte es una realidad de la que tenemos que ser conscientes, y esta consciencia no tiene que ser un drama sino un recordatorio que nos haga saborear cada momento de nuestra vida. Un recordatorio que nos haga plantear la dirección que queremos emprender, que nos haga valorar lo realmente importante para nosotros. Un recordatorio que nos permita apreciar cada momento, cada persona que se encuentra a nuestro alrededor.

 

Porque no existiría la luz sin la oscuridad, lo bello sin lo horrendo, el positivo sin el negativo, el norte sin el sur, la VIDA sin la MUERTE.

Porque si tenemos derecho a la VIDA, la MUERTE también es un derecho.

 

Imad Samadi

Nº Col. 21322

Psicólogo especializado en clínica infantojuvenil