La Enfermedad crónica… y ahora qué!

Vivimos muy preocupados por las cosas que tenemos que hacer. Parece que el tiempo quede corto y las preocupaciones entran a formar parte única de nuestra mente. A veces incluso pensamos de forma repetitiva en algo dando lugar a situaciones de ”bucle” de pensamientos que nos impiden pensar en cosas que son realmente útiles.
Nuestro día a día está lleno de situaciones estresantes que cada persona gestiona como sabe o puede, por el hecho, simplemente, de sobrevivir.

BLOG PSICOONCO MAYO 2015

Situaciones cómo: paro, separaciones, enfermedades, etc., hacen que afloren sentimientos, emociones que pueden desbordar a la persona que lo sufre. Estas emociones hacen menguar la energía positiva y aumentar la ansiedad y la tristeza. Lo que antes era fácil y rápido de hacer ahora se transforma en difícil y lento. Las ganas están pero el cuerpo no responde del mismo modo. Esta evidencia tan clara, provoca un cúmulo de confusiones que son necesarias aclarar para recolocar a la persona y a su entorno.
La aparición de la enfermedad nunca es bienvenida por ninguna persona ni su entorno. Supone una situación de crisis y un deterioro en su calidad de vida. Si hablamos de las enfermedades crónicas, que en la actualidad son cada vez más abundantes gracias a la medicina que ha hecho que enfermedades finales sean crónicas, su larga duración y la progresión lenta hacen que los pilares de la persona ”tambaleen” y tengan que replantearse muchas cosas de su vida.
Son enfermedades donde el comportamiento de la persona y como el estilo de vida, son determinantes para su salud.
Denominamos enfermedades crónicas a las enfermedades cardíacas, los infartos, la diabetes, el cáncer, SIDA, las enfermedades respiratorias, arterioescloriosis, la fibromialgia, la fatiga crónica, la epilepsia, las demencias, etc.
Vivir con una enfermedad de larga duración plantea nuevos retos a la persona. Aprender afrontar los retos es un proceso largo donde la participación activa de la persona cuidando su salud ayudará afrontarlos. El papel activo en el tratamiento favorece sentirse mejor y más preparado para enfrentarse a las dificultades que puedan surgir.
La enfermedad crónica no afecta solamente al aspecto físico sino también al emocional, social y a veces económico. La forma en que afecta la persona la enfermedad crónica depende de la enfermedad particular que tiene y como le repercute en su cuerpo, la gravedad y el tipo de tratamiento que requiere. El deterioro emocional es uno de los mayores cambios de la mayoría de las enfermedades crónicas. La persona está inmersa en un proceso de adaptación rápido que pasa por diferentes etapas que suscitan una serie de emociones negativas como el miedo, la negación, la ira, la ansiedad, etc.

Durante los primeros años del diagnóstico hay mayor riesgo de síntomas depresivos provocados por las limitaciones físicas. La disminución de la autoestima, el aumento de la sensibilidad frente al rechazo, la incertidumbre, etc plantean problemas importantes de enfrentamiento.

La adaptación a la enfermedad crónica viene determinada por tres aspectos:

* Características de la enfermedad
* Características del sujeto

* El entorno

Estas características interferirán o facilitarán la adaptación a la enfermedad y su calidad de vida dependerá de su adaptación y el tratamiento.

Un agente estresado común de estas que manifiestan quién las sufren es, por ejemplo, el dolor. Entenderlo y gestionarlo según los recursos y circunstancias de cada cual será una gran manera de afrontar y equilibrar la calidad de vida de la persona. Aprender a que no sea invalidado será una manera de convivir con él sin tener que ser una carga por quien lo sufre.
Aceptar y adaptarse a la realidad nueva requiere tiempo, pero si se quiere aprender cosas de la enfermedad, se busca y se acepta el espaldarazo de los otros y se participa activamente en la “cura” de la salud generalmente se supera con éxito el proceso de enfrentamineto. Las conductas adaptativas serán los mejores aliados para afrontar la enfermedad crónica. El espaldarazo social es fundamental.

Mantener las relaciones sociales, cuidarse, mantener la rutina diaria… tendrían que ser las pequeñas conductas adaptativas, por ejemplo, que la persona podría realizar para sentirse mejor.

Sobrellevar los retos que la enfermedad crónica plantea tanto mentales como psicológicos requiere un planteamiento realista y positivo a la vez. Al principio adaptarse a la nueva condición o sentirse bien parece imposible pero se puede conseguir. Es importante encontrar el nuevo equilibrio perdido.
Descubrir y desarrollar nuestras fortalezas emocionales es necesario para aguantar las enfermedades.

Tanto la persona que lo sufre como a su propio entorno.

Traspasar el camino que la enfermedad comporta pide mucha atención y cura de la salud. Pero haciendo uso de recursos propios que cada cual pueda tener o con ayuda de un profesional de salud, facilitará llegar a la adaptación del nuevo proceso que ayudará a encajar la enfermedad como parte de la vida de la persona. Su calidad de vida será más beneficiosa y sobre todo presentará unas expectativas más favorables por el individuo.

Animémonos a gastar las conductas falsamente protectoras del riesgo de cambio y aceptemos la incertidumbre y la adaptación a las nuevas circunstancias ,esto será más favorable para nuestra calidad de vida.

 

Montse Guimerà

Psicóloga formada en Psicooncologia.