¿Sufrir por amor? Mi relación tóxica.

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Siempre había creído, pensado, imaginado que el amor romántico, el de las películas, de las novelas…ese era el amor verdadero. Lo demás era un aburrimiento, era cosa de viejos hartos de la vida, de malas decisiones…no iba conmigo.

Yo quería intensidad, pasión, … e incluso drama, dolor, obsesión… una historia como dicen las canciones que desgarra, que duele… porque eso dicen las canciones que el amor duele, amarga y si no, es afecto, cariño algo descafeinado, no una historia de amor.

Yo me aferraba a esa idea como se aferran muchas personas, los celos, la posesión, la necesidad… eso son los pilares de ese tipo de amor.

Con este tipo de pensamiento no era difícil esperar que antes o después me enfrentara a una relación tóxica.

No solamente este tipo de pensamiento hace que una persona pueda caer en una relación insana, evidentemente podemos encontrar más variables como son la baja autoestima, el momento vital por el que se esté pasando, los recursos de los que se disponen, la educación, el entorno, el propio sistema de valores, …

A más sufrimiento más necesidad de él, yo cada vez menos y él para mi cada vez más.

El amor es dolor, si estoy en esta montaña rusa de intensidad entre el sufrimiento y la pasión eso es que esto es amor. El amor del que hablan, del que hacen películas, el de las canciones. Y yo lo estoy viviendo y tengo que estar a la altura. ¿No era lo que quería?

“No sé por dónde voy, vuelves a venir y yo siempre estoy aquí. Yo siempre y tú nunca. Dentro de mi cada noche una guerra, no puedo sin ti y contigo me ahogo. Te necesito como no eres, sin embargo, contigo me quedo.

Me pregunto si no puedo vivir sin tus migajas, sin tu desprecio y tu falta de respeto. Me pregunto si los días volverán a ser de luz, si las noches volverán a ser mías y no de ti. Un poquito de lo que parece quererme me cuesta muy caro, un poquito de nosotros se me hace imposible de pagar.

Has venido al mundo para ser alguien, siempre es tú momento. Yo pienso que vine para acompañarte, para enfadarte, para necesitarte, para sobrarte…

 

El mundo parece estar al revés quién me quiere no me entiende, y tú ¿me quieres? Me dices qué solo tú sabes como soy, lo que necesito y que sin ti estaré perdida.

Me duele tanto que me quieras de esta manera, quererme me hace sufrir y no puedo parar de quererte.

 

Escucharte, notarte, besarte, leerte, son mi motor que me mueve y que me quema. La vida me resulta tan difícil, tan ansiosa, tan insegura que no sé.”

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Evidentemente cada experiencia que vives te enseña algo aunque eso no quiere decir que lo aprendas pero si lo haces es lo mejor que puede pasarte porque no hay mejor forma de poder cambiar la perspectiva para vivir mejor y además creerlo.

Primero llegaron las preguntas, ¿Me quería lo suficiente? ¿Tenía valor para sufrir durante un tiempo? ¿podría perdonarme lo mal que lo había hecho? ¿Podría querer a alguien y que ese alguien me quisiera a mi?…. en fin mil preguntas a cero respuestas nivel de ansiedad altísimo.

Por mi experiencia profesional y personal diría que antes de una acción importante hay una no acción muy intensa, un estado de shock un dejarse llevar por lo malo que te sucede un previo que puede derivar en una acción o en un quedarse ahí. En algo como la “indefensión aprendida” en ver que hacer cosas no nos sacan de la situación, por lo tanto nos quedamos en ella pase lo que pase sin poder hacer nada para salir.

Es aprender que no hay solución, es interiorizar que no podemos hacer nada.

Y así fue, todo se paró durante unos días. Solo iba con el piloto automático puesto, vivía sin vivir y pasaba por situaciones duras, casi sin estar aunque luego sufría las consecuencias. Y un día alguien, mi alguien me vomitó todo lo que sentía, todo lo que yo sentía y todo lo que pasaba, la realidad y fue entonces cuando supe que empezaba el dolor del final, el dolor del apego, el dolor que me llevaría al final del dolor.

Y así empezó el dolor, así empezó la recuperación, así acabó la dependencia y empezó la vida, empezó la calidad de vida. Que me llevo a entenderme, a entender lo que no quería.

Este fue mi proceso, el tuyo quizás no sea igual pero puede también acabar bien, y no se acaba cuando terminas la relación se acaba cuando gestionas el final, cuando vuelve tu calidad de vida, cuando vuelves tú.

BEATRIZ RODRÍGUEZ BATLLE

PSICÓLOGA ESPECIALIZADA EN CLÍNICA Y PAREJA.   Nº COL. 20093

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