Mindfulness en Familia
El Mindfulness está en auge y lo que empezó como una moda parece que se instaura en nuestro día a día. Últimamente salen noticias donde empresas aplican Mindfulness en sus trabajadores para que reduzcan el estrés y el clima de trabajo sea más favorable. Cada vez más escuchamos a conocidos y amigos que acuden a talleres o clases de meditación y Mindfulness y cómo les ayuda a tomar una pausa en su día a día y en su mente.
Afortunadamente parece que no sólo empezamos a darnos cuenta de lo importante que es cuidar nuestra mente e inspirar calma, sino que por fin lo aplicamos, pero… ¿qué pasa con los más pequeños de la casa, ellos no necesitan un respiro mental? Muchos pensarán que no les hace falta, que juegan ya bastante rato, que apenas tienen preocupaciones o no son importantes. Y yo les respondo ¿estáis seguros? Los infantes perciben las preocupaciones de sus padres, son acompañados por la rutina ajetreada durante días cargándose con esa ansiedad patógena que nos instaura la sociedad, además de todas las tareas escolares y extraescolares y sus relaciones entre iguales ¿habéis notado que sin la rutina está más tranquilo? ¿Hay menos peleas en las vacaciones? Las obligaciones del día a día nos afectan a todos.
Entrenarse a estar en atención plena es una habilidad que les ayuda a mejorar la concentración, aumento de confianza, aumento de capacidad de tiempo de respuesta delante estímulos estresantes y mayor manejo de la ansiedad.
Todo esto les permite una mayor comprensión de su mundo interior.
Por eso os propongo trasladar un respiro de calma para los momentos del día a día en familia. Hay múltiples ejercicios para realizar y en todos ellos la respiración es algo fundamental, ya que nos ayuda a tomar conciencia del cuerpo, centrar nuestra mente y entrenar la atención. Es por ello que os propongo practicar la respiración.
El ejercicio tiene una duración de 10 minutos (quizá los primeros días con 5 minutos ya es suficiente).
Antes de empezar el ejercicio debes:
- Buscar un sitio tranquilo donde no haya estímulos externos, que te distraigan.
- Siéntate o túmbate de forma cómoda.
- Si lo prefieres puedes poner música de ambiente relajante (naturaleza, sonidos suaves…)
El adulto será quien irá guiando al menor. Se tratará de hacer de exploradores y vais a explorar cómo reacciona el cuerpo, cómo se siente y cómo cambia a medida que avanza el tiempo. Adoptando una actitud de curiosidad puedes proponerle:
- Observa el cuerpo y fíjate en como entra y sale el aire por la nariz.
- Haz un repaso por el cuerpo señalando las partes que tienen que irse relajando (piernas, abdomen, brazos…).
- Puedes pedirle que se coloque las manos a la barriga y observe cómo se mueve arriba y abajo en función de cómo respiramos.
- Observa qué sucede en el cuerpo cuando el ritmo se hace más rápido o cuando el ritmo se ralentiza. (No hace falta estar completamente inmóvil simplemente redirigimos al cuerpo y a la respiración. Si en algún momento se acelera, es normal, simplemente dirigimos otra vez la atención).
- Puedes finalizar el ejercicio proponiendo un paisaje o situación que sepas que relaje a tu hijo/a (en una piscina con agua templada, en la montaña, etc).
En la primera parte se trata de observar para tomar conciencia. En el último punto sí se introduce relajación.
Una vez hecho estos ejercicios felicitamos al niño/a por el ejercicio hecho y valoramos su esfuerzo en practicar la atención y compartir ese momento familiar.
Tres claves a tener en cuenta:
- Inclúyelo como una rutina (siempre a la misma hora preferiblemente).
- Plantéalo como un juego: un momento para pasar en compañía de los pequeños de la casa de forma amena. Cuanto más distendido sea, más querrán repetir.
- Valora los esfuerzos: si reconocemos lo que han hecho bien ayudará a intentarlo de nuevo.
Jaume Font
Psicólogo clínico, especialidad infanto-juvenil colegiado nº 20355