Yo no sé si soy buena terapeuta, quiero pensar que sí. Pero lo que si sé es que mi profesión es una de mis pasiones, es algo que me llena mucho como persona, que me atrapa mucho tiempo, que me hace estar al día de todo lo referente a terapias, estudios… que me hace crecer y valorar cada caso cómo único. Esto me da un cierto poder de creación que hace que mi motivación crezca. El aprendizaje es constante.
Pero ¿porque a veces no funcionan las terapias? ¿Por qué incluso poniendo toda la motivación, profesionalidad y trabajo, no funcionan? Pues considero que son muchas las variables que interfieren en una terapia, y no son responsabilidad absoluta de ninguno de los miembros.
En primer lugar, el factor de decisión de iniciar la terapia, por experiencia puedo decir que es muy difícil que el/la paciente haga su tratamiento si no viene por voluntad propia. No se puede obligar a hacer una terapia, puesto que la voluntad, motivación y trabajo no saldrán de la nada. El o la paciente debe escoger si es su momento de iniciar o no una terapia y no se le puede juzgar. Los tiempos son completamente personales.
En segundo lugar, el “Feling terapéutico” entre terapeuta y paciente. Esto quiere decir que por el mero hecho de ser personas tenemos ciertas características que pueden ayudar o no en el proceso terapéutico. La relación que se establece en terapia es un tipo de relación muy concreta e íntima. Por la tanto para que funcione mejor la terapia el paciente debe sentir que está cómodo, que está a gusto y que se siente entendido. No falta decir que también debe valorar que la persona que tiene delante es un profesional debidamente acreditado. Y para eso sirven también las primeras sesiones para valorar esa relación y fortalecerla. Técnicamente se llama vínculo terapéutico. Es cierto y bajo mi experiencia diré que con solo una sesión es muy difícil valorar esa relación.
En tercer lugar, hablaremos de momentos, de tiempos, es muy personal muy subjetivo y poco puede hacer un terapeuta si el paciente decide que no es el tiempo de trabajar una demanda. Porque es algo muy importante saber que el terapeuta no es juez y por lo tanto no puede juzgar, puede recomendar, exponer, plantear, incluso creer que sería óptimo trabajar en ese momento, pero sólo eso. El paciente puede acudir a terapia, motivado, con buen vínculo terapéutico… pero en cualquier momento de la terapia puede decidir parar, porque no quiere remover, porque no quiere tomar decisiones, porque no quiere …. Y es lo más respetable del mundo, quizás no es su momento para trabajarlo. A lo mejor es en unos meses, en unos años o nunca. El respeto por el proceso y las decisiones de los pacientes es algo muy importante. Y el o la terapeuta debe aprender que no está aquí para salvar a nadie, ni para decirle como vivir su vida, ni que sería lo mejor que tendría que hacer,… el terapeuta solo es un catalizador, una herramienta más para elaborar la vida que cada persona escoge.
Existen muchas más variables que pueden hacer que la terapia no funcione o que el paciente escoja dejarla. Quizás más prácticas como el tema económico que para o separa mucho las sesiones, y hace que el trabajo sea más complicado.
Aún con todo esto me gustaría acabar diciendo que pasión, trabajo y empatía es una de las mejores recetas para ser un buen profesional.
Beatriz Rodríguez Batlle
Psicologa Clínica especialista en Adultos y Terapia de Pareja, nº 20093